TARENTO
(TARANTO)
Los tarentinos recurrieron
siempre con más frecuencia a la ayuda de los soberanos
griegos en primer lugar a Arquidemo III de Esparta, que fue
vencido por los Mesapios y Lucanos en Manduria (338 a.C.),
posteriormente a Alejandro I, el Mosoloso, rey de Epiro, por
tanto a Cleonimo de Esparta (303-302). La búsqueda
de ayuda extranjera se repetirá cada vez más
con Pirro, rey de Epiro, cuando la ciudad entro en conflicto
con Roma. El intervento fracaso con la derrota de Maleventum
(Benevento, 275 a.C.), que indujo a Pirro a volver a la patria
dejándo una guarnición en Taranto, pero después
de un largo asedio tuvo que resignarse a la rendicción
y entro a formar parte de las ciudades federadas. Permaneció
fiel durante la primera guerra púnica, se alió
a Anibal en el curso de la segunda (213), pero fue reconquistada
en el 209 por Fabio Massimo, que la abandonó al saqueo.
En el 37 a.C. Otaviano y Antonio, por intercesión de
Octavia, renovaron el segundo triunvirato.
Las invasiones de los Bárbaros no ahorraron a Taranto,
que sufrió una vez más destrucciones y saqueos.
La ciudad se entregó a Belisario (546), el cual prometió
a la ciudad una repoblación y una fortificación.
A pesar de todo fue conquistada por Totila en el 549 y sólo
en el 552 pudo ser liberada por Narsete. Desde entonces permaneció
casi establemente en manos del Imperio de Oriente.
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