GIOVINAZZO
Espléndido y evocativo
burgo que se asoma a lo largo de la costa adriática,
Giovinazzo era ya conocido por los romanos con el nombre de
Natiolum, probablemente surgió sobre las ruinas de
un antiguo centro peuceo arrasado durante las guerras púnicas
(siglo III a.C.)
La leyenda en cambio señala la fundación a manos
de Perseo, hijo de Júpiter, llamado Jovis natio.
Durante la época imperial el centro se acrecentará
debido a la cercanía de su estableciemiento al trayecto
de la via Trajana (construida entre el 108 y el 110 d.C.).
El mismo emperador Trajano quiso que fuese fortificada en
el 102.
Fue una entre las primeras localidades de Apulia convertida
al cristianismo, Giovinazzo contaba ya con numerosas iglesias
en su territorio desde el fin del Imperio Romano.
En el 550 pasó a ser sede episcopal adquiriendo ulteriormente
mayor importancia.
En la Alta Edad Media (siglo VII) el burgo cambio su nombre
por Juvenatium, es decir Juvene Natiolum, que significa una
discontinuidad con el viejo burgo fue probablemente destruido
por las invasiones de visigodos, vándalos y ostrogodos
(siglo V d.C.)
Pasó a formar parte de las posesiones bizantinas del
Imperio Romano de Oriente Juvenatium vio el alternarse de
Longobardos y Bizantinos en el poder y conoció las
incursiones de los Sarracenos (siglos IX y X).
Con la llegada de los normandos en el siglo XI el burgo se
transformó urbanísiticamente con la construcción
de la Catedral (siglo XII), dedicada a Santa Maria de la Asunción,
y de otras iglesias situadas en el centro histórico
así como de casas nobiliarias de gran belleza testimonio
de un período de desarrollo económico del burgo.
Con la llegada de los Angevinos (siglo XIII) y de su mal gobierno
Givinazzio conoció un período de decadencia
económica interrumpido sólo por la llegada de
los aragoneses en el siglo XV.
En el 1521 el emperador Carlos V la vendió a don Ferrante
de Capua, duque de Termoli.
Después del feudo de los Gonzaga, que la gobernaron
durante un siglo terminaron por cederla en 1639 a Domenico
Giudice, príncipe de Cellamare. Los Giudice la gobernaron
hasta el 1770 después de lo cual Giovinazzo pasó
bajo la órbita directa de los Borbones que visitaron
la ciudad en el 1797.
En el 1860 Giovinazzo tomo parte de la votación plebiscitaria
que sancionó su admisión y aquella de Apulia
al Reino de Italia (1861)
La visita a Giovinazzo queda impregnada en el alma del visitante
más sensible tocado por el fascino de su vocación
marina y por la belleza arquitectónica del burgo entero.
Al burgo se accede a través del Arco de Trajano englobado
por cuatro columnas de la variante marina de la antigua Vía
Trajana. Se llega posteriormente a la Catedral románica,
verdadera joya de arquitectura románica que conserva
preciosísimas obras de arte y frescos en su interior.
En las cercanías de la Catedral surgen espléndidos
palacios: Palazzo Framarino Malatesta (siglos XIV-XIX), El
Palazzo Vescovile (siglo XIV-XV), Palazzo Ducale (1657) y
no lejos de aquí el Palazzo Lupis (siglo XIII).
Entre las iglesias del burgo destacan: La Virgen de Constantinopla,
que cuenta con la escultura en piedra de S. Cristobal, S.
Carlos, S. María del Carmen, la bella Santa María
de los Ángeles (1200), S. Feliz, S. Juan Bautista,
el Espíritu Santo (1395), S. Lorenzo.
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