MANDURIA
A pocos kilómetros
de Taranto se puede visitar Manduria, ciudad fundada por los
mesapios antes de la llegada de colonos griegos a Apulia
Sobre su territorio han sido encontrados restos y testimonios
de asentamientos pertenecientes al Neolítico, en las
localidades de Borraco, Monte Maliano y Li Castelloi, en la
edad del bronce en la contrada (barrio) de Strazzati y del
hierro en Castelli así como en la misma Manduria.
Su nombre parece derivar del termino mando, que significa
recinto para caballos. Los Mesapios eran de hecho entre los
más hábiles jinetes existentes en la Italia
prerromana.
Después de un primer período de convivencia
pacífica con la potente colonia greco-dórica
de Taranto el enfrentamiento se hizo inevitable y se concreto
en las batallas que se desarrollaron en el curso de dos siglos
a partir del siglo VI a.C.Los éxitos fueron alternativos
y vieron a los mesapios derrotados en el 500 y 460 a.C. y
vencedores en el 473 a.C.
En l siglo IV el enfrentamiento se agudizo con la entrada
en escena de generales griegos entre los cuales destaca Archidamo
III de Esparta, que en Manduria encontró la muerte
en el 338 a.C.
La escena muto con el avance de los romanos en la Italia meridional
los cuales, amenazando la existencia sea de Taranto que de
los centro mesápicos, consiguieron poner de acuerdo
a los antiguos adversarios que se aliaron contra Roma bajo
el mando del rey Epiro Pirro (285-275 a.C.) Sus victorias
proverbiales no hicieron otra cosa que posponer algunos años
el dominio romano de la región que comenzó en
torno al 265 a.C.
Con la llegada de Aníbal al sur de Italia Manduria
paso al poder cartaginés pagando por esta traición
el asedio, la destrucción y la deportación de
4000 habitantes en el 212 a.C., todo esto obra del cónsul
romano Quinto Fabio Massimo.
Los mesapios desaparecieron para siempre de la historia en
torno al 90 d.C. cuando, en un último intento desesperado
de sobrevivir, se unieron en los enfrentamientos de la guerra
civil.
Del período imperial y de aquel relativo a su decadencia
se sabe poco y probablemente se deba a que Manduria realizó
un gran esfuerzo por reponerse de la destrucción del
212 a.C.
Ciertamente fue destruida por el rey ostrogodo Tótila
en el (547) en la época de la guerra greco-gótica
(535-553) que vio enfrentarse Ostrogodos y Bizantinos.
En el 977 fue de nuevo destruida por los Sarracenos y resurgió
sólo en el 1090 bajo el nombre de Casalnuovo por deseo
de Ruggiero el Normando.
Bajo los Normandos y sus sucesores, los Suevos, fueron construidos
el Castillo y la Catedral.
La subida al poder de los angevinos (1268) determinó
para Manduria así como para otros tantos centros de
la región el enfeudamiento y la asignación a
algunas potentes familias entre las cuales recordamos a los
del Balzo Orsini, los Bonifacio y los Imperiales que la perpetuarán
hasta la abolición del feudalismo.
La ciudad se reapropio de su antiguo nombre en el 1789, y
poco después vivió con entusiasmo la experiencia
del resurgimiento que llevó a la formación del
Reino de Italia en el 1861.
De la fundación y de la época mesápica
quedan todavía hoy restos visibles, un poco fuera del
centro habitado, las murallas megalíticas.
En la ciudad además se puede visitar la Catedral románica,
el característico gueto medieval (siglo XII) y el Castillo.
Son numerosas las iglesias en Manduria entre las cuales citamos:
S. Pedro Mandurino, S. Angelo (1587), S. Cosimo, Santa Lucia
(1540)
Otro símbolo de la ciudad es la Fuente Pliniana, así
llamada porque así se cita por Plinio el Viejo en la
obra Naturalis Historia.
Algo que uno no se puede perder durante su visita a Manduria
es pedir un vaso del vino tinto que aquí se produce,
verdadera bandera de la ciudad en el mundo: el Primitivo de
Manduria.
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