ORDONA
Situada entre Brindisi y Taranto,
Oria se insinua desde lejos al visitante con toda la sugestión
de su belleza única y su castillo.
Según el historiados griego Heródoto (484-425
a.C.) Oria fue fundada por un grupo de náufragos cretenses
los cuales la eligieron por la posición elevada del
terreno, que les permitía usarlo como un elemento defensivo
y la nueva ciudad fue llamada Hyrua.
Ciertamente la traducción concuerda con esta referencia,
que le atribuye también un origen griego a la fundación
de Oria citando de nuevo a los mesapios (Estrabón,
I siglo a.C.), de procedencia Lírica.
Se ha demostrado que el territorio de Oria estaba habitado
desde la edad del Cobre (siglo XVII a.C.) como demuestran
los numerosos hallazgos de necrópolis y manufacturas.
De nuevo Estrabón indica que se trató de una
ciudad-estado Messapica, sede de un gran palacio y de un santuario
situado en la localidad de monte Papalucio (siglo VI a.C.).
En resumen podemos decir que Oria era una ciudad de rango
con grandes murallas eregidas para protegerse de la crispación
que le producian las relaciones entre las ciudades griegas
de Taranto y Reggio (siglo VI a.C.) a la cual llegó
a declarar la guerra en el 473 a.C. La derrota de los griegos
fue de gran magnitud y la fama de los caballeros mesápicos
se esparció por todo el mundo antiguo.
Taranto a consecuencia de la derrota cambió de régimen
político inaugurando una democracia.
La creciente potencia romana llego a anexionar el territorio
de Oria después de las guerras con Pirro, rey de Épiro
llamado para dirigir la liga greco-mesápica. Su derrota
en Maleventum (275 a.C., la ciudad en esta ocasión
fue rebautizada por los romanos como Beneventum) abrió
el camino a los romanos a través de Apulia.
Oria en cualquier caso mantuvo su importancia incluso durante
el imperio romano, continuando a acuñar moneda propia.
Los romanos construyeron villas rústicas y dieron a
la ciudad el título de municipium (88 a.C.), posteriormente
la prerrogativa de ciudad foederata, haciendo pasar por Oria
el trazado de la Regina Viarum: la vía Apia. El continuo
flujo de mercancías y gentes garantizó a Oria
fortuna y esplendor durante todo el período imperial.
El final del Imperio Romano (476 d.C.) hizo precipitar a Oria
en la pesadilla que supusieron las devastaciones de los godos
(411) y de los Vándalos (455) así como la guerra
greco-gótica (535-553), entre los bizantinos y ostrogodos
al mando de Tótila.
Pasó bajo el dominio bizantino en el siglo VI Oria
se unió enseguida al área de influencia longobarda
(siglo VII) que empujaba desde el norte para conquistar Apulia.
Por este motivo fue normalmente el centro de las luchas y
batallas sufriendo saqueos incluso por mano de los Sarracenos
que desde el siglo IX comenzaron a hacer sentir su presencia
en el territorio.
Fue la destrucción de Brindisi por manos árabes
lo que decretó el traslado de la sede obispal a Oria
y la consiguiente construcción de un templo dedicado
a Crisanto y Daria sobre la acrópolis (886).
Saqueada y destruida una vez más por los sarracenos
en el 924 y el 977, la Oria bizantina fue conquistada por
la avanzada imparable de normandos que se apróximaban
desde el sur en el 1055 al mando del Conde Unfredo de Altavilla.
Bajo la dominación normanda conoció un período
de desarrollo económico durante el cual la ciudad fue
amurallada y construido un Castillo de torre cuadrada ampliado
sucesivamente por el emperador Federico II de Suevia en el
1227.
La llegada de los angevinos al sur (1266) coincidió
con el nacimiento del feudalismo y Oria pasó primero
a manos de los Orsini del Balzo (siglo XIV) y posteriormente
a los de Bonifacio, posteriormente a los de Borromeo (siglo
XVI) y finalmente al poder imperial que la mantuvo hasta la
abolición del feudalismo (1806).
Después de la breve experiencia republicana (1806-1815)
la ciudad volvió al Reino de las dos Sicilias hasta
el 1861 cuando por voto unánime entró a formar
parte del Reino de Italia.
El 21 de septiembre de 1897 Oria sufrió la devastación
de algunos monumentos, así como del Castillo por obra
de un ciclón.
En el 1933 los Condes Martini Carissimo adquirieron y restauraron
el Castillo, hoy sede de una colección de arte que
lleva su nombre.
Lugares de interés.
Oria emana un fascino único sea por su posición
geográfica que por su belleza y cantidad de monumentos
que la componen. A partir del Castillo, edificado sobre el
primer recinto de la acrópolis mesápica, allí
donde se levantaba un castro romano fue edificado en época
bizantina el primer núcleo del actual edificio.
Para entrar en Oria se es necesario pasar por una de sus tres
puertas: Puerta de los Hebreos o Taranto, Puerta Manfredi
o de los españoles.
El castillo domina el burgo, todavía hoy rodeado por
las murallas medievales, surge sobre tres colinas diferentes
y se desnuda entre las estrechas y características
callecitas llenas de palacios e iglesias ricas de historia
y encanto.
La Catedral reconstruida, en estilo barroco después
del terremoto de 1743, conserva las pinturas y vestigios del
pasado remoto de Oria, los restos mesápicos, una cisterna
romana y tumbas de frailes y obispos.
Cerca de la basílica se encuentra la Torre Palomba
o Carnara la cual parece ser el último baluarte existente
de la antigua ciudad Mesápica. En las cercanías
del centro y de la basílica se encuentra también
el Palacio Episcopal y el Palazzo Martini.
Entre las iglesias destacan por su interés artístico
aquella de San Francisco de Asís (que por aquí
pasó predicando), S. Francisco de Paola (1589), S.Maria
al Templo (siglo XII), S. Juan Bautista y Santo Domingo (1572).
Fuera del poblado no hay que perderse la visita a la iglesia
de S. Maria de Gallana (alto medieval) a lo largo de la vía
Apia Antigua y aquella de la Madonna della Scala (siglo XIII).
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