LUCERA
Situada en la parte septentrional
de la meseta de Apulia en provincia de Foggia, Lucera se enaltece
de sus antiquísimos orígenes incluso si estos
no se pueden identificar fácilmente.
Se piensa que fue fundada por los daunios, antiguo pueblo
itálico el cual fue devastado por los samnítas,
o por los etruscos (luc en etrusco significa bosque, eri sagrado).
Pero existe así mismo una versión legendaria
que atribuye su fundación al héroe griego Diomedes
el cual, después de la guerra de Troya, desembarcó
en las costas adriáticas fundando varias ciudades entre
las cuales se encuentra Lucera.
Ciertamente la ciudad debió gozar de gran importancia
si de ella hablaron Polibio, Plinio y Aristóteles.
Fue aliada de Roma durante las guerras samníticas y
por este motivo cuando se convirtió en colonia en torno
al 314 a.C. recibió numerosos privilegios, entre otros
aquel de acuñar moneda, emitir leyes en materia fiscal
y nombrar magistrados.
Durante las guerras púnicas (siglo III a.C.) renovó
su fidelidad a la República sin ceder nunca a los cartagineses,
ni siquiera después de la victoria en Cannas de Aníbal.
Se convirtió en municipio en el 90 a.C., Lucera se
enriqueció de monumentos; el foro, las termas, el anfiteatro
romano y un templo dedicado a Ceres.
En época imperial la llegada del apóstol Pedro
dió inicio a la conversión al cristianismo de
la ciudad fundando en ella las primeras iglesias.
Escapada de milagro a la devastación operada por godos
y vándalos en el siglo V, Lucera fue en cambio protagonista
de las luchas entre bizantinos y ostrogodos (535-553) y posteriormente
entre bizantinos y longobardos (siglo VII). En este escenario
fue arrasada por las tropas bizantinas de Costanzo Secondo
(670).
Fue sólo después de la toma de Lucera por parte
de Grimoaldo, duque de Benevento, en el siglo IX cuando la
ciudad conoció un período de relativa calma
hasta la llegada normanda (siglo XI).
La ciudad creció conociendo el período de máximo
esplendor bajo los suevos. Aquí el emperador Federico
II hizo llegar de Sicilia alrededor de sesenta mil sarracenos
entre el 1222 y el 1223. El movimiento fue dictado por la
exigencia de reducir los enfrentamientos entre Sarracenos
y Sículos.
El resultado fue que la ciudad cambió de imagen; fueron
construidas mezquitas, minaretes, harenes, y la clásica
planta cuadrada romana fue sustituida por el laberinto de
calles característico de los centros árabes.
Se convirtió por tanto en la maravillosa Lugêrah.
Los sarracenos, agradecidos a Federico II, pacificaron así
mismo a las poblaciones musulmanas de Apulia.
El emperador realizó también la construcción
de un magnífico castillo.
La llegada de los angevinos en el 1269 al mando de Carlos
I de Anjou vio como Lucera fue asediada y vencida en un breve
lapso de tiempo.
Fue iniciada así mismo la construcción de una
gigantesca muralla, visible todavía hoy, de la Catedral
y del Palacio Real. Del mismo período son la iglesia
de San Francisco y la Iglesia de San Domingo.
El sucesor al trono, Carlos II de Anjou, en el 1300 decidió
el exterminio de los sarracenos; Lucera fue asediada y unos
20.000 habitantes fueron asesinados. La ciudad cambio su nombre
por el de Ciudad de Santa Maria.
En el 1441 Lucera se rindió a los Aragoneses los cuales
le concedieron en cualquier caso numerosos privilegios
En el 1456 la ciudad fue gravemente dañada por un terremoto.
El Renacimiento vio la llegada de numerosas órdenes
religiosas a la ciudad así como la construcción
de nuevas iglesias. Las órdenes fueron posteriormente
suprimidas por el decreto de 1806 bajo el gobierno de José
Bonaparte.
El siglo XVII llegó la depresión económica
agravada por la peste y sólo bajo el reinado de los
Borbones la ciudad conoció un nuevo período
de esplendor sea intelectual que económico.
Después de la experiencia de los motines del resurgimiento
Lucera fue anexionada al Reino de Italia en el 1861.
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