SCIACCA
El territorio de Sciacca
fue seguramente habitado desde el Neolítico probablemente
gracias a las aguas termales que aquí fluyen procedentes
del Monte San Calogero. Ya Tucídides señalaba
un asentamiento realizado por orden de Selinunte conocido
posteriormente por los Romanos con el nombre de Thermae
Selinuntinae.
Pero la tradición señala para Sciacca una
fundación más antigua que vendría de
la mano de los Sicanos y que se enlaza al mito de Dédalo
el cual, para escapar del rey de Creta Minos, se refugió
en Inico, la antigua Sciacca, construyendo las famosas estufas
de San Calogero.
Es seguro que precedentemente por estas tierras pasaron
los Fenicios y posteriormente los Griegos de Selinunte,
que aquí se refugiaron en el 409 a.C. después
de la destrucción de su ciudad obra de los Cartagineses.
Por su estratégica posición geográfica,
comprendida entre Agrigento y Mazara, Sciacca fue el centro
de las guerras entre Griegos y Cartagineses y en su territorio
se combatieron dos importantes batallas que vieron con los
actores Dionisio de Siracusa, Imicone, Agatocles y Pirro
(siglo IV a.C.)
Una vez en manos de Roma adquirió una importancia
siempre mayor por su posición geográfica y
sus termas convirtiéndose en una importante estación
postal conocida con el nombre de Aquae Laboes en época
imperial.
De la época bizantina se sabe poco pero en el 840
fue conquistada por los Árabes que la llamaron As-saqah
y la transformaron urbanísticamente haciéndola
conocer riqueza y esplendor.
Con la llegada de los Normandos (1087) de Rugggero d’Altavilla,
Sciacca fue amurallada y encastillada, siendo este el momento
en el cual se construyó así mismo el Castillo
Viejo.
En manos de los Suevos con Federico II se desarrolló
como ciudad demaniale y en un gran centro comercial dedicado
a las mercancías al por mayor.
En el 1268 la ciudad fue asediada por Carlos I d’Angio
y ultrajada más allá de los inconcebible pero
con las Vísperas Sicilianas retomó rápidamente
su feroz independencia constituyéndose en Municipio
Independiente.
En el 1302 resistió al asedio de las tropas francesas
al mando de Carlos de Valois quedando en manos de los Aragoneses
que la dotaron de unas nuevas murallas en el 1336 para defenderla
de los continuos asaltos por parte de los Franceses que
allí se mantuvieron hasta el 1373.
Los siglos siguientes vieron sucederse en el poder a las
potentes familias nobiliarias de Sciacca (Peralta, Perollo,
Lune) incendiando la vida política con fuertes rivalidades
a menudo sofocadas con masacres públicas (1529)
En el 1550 fue construida una nueva muralla y la ciudad
fue al encuentro de un período de declino en el cual
entre otras cosas fue mutado el aspecto urbanístico
de la ciudad que asumió un carácter barroco.
Son muchos los lugares de interés en la ciudad pasando
por las murallas medievales y renacimentales a lo largo
de las cuales se abren las tres puertas: Porta Palermo,
Porta San Salvatore (siglo XV) y Porta San Calogero (1536)
cerca de la cual se puede visitar la iglesia renacentista
de S.Maria del Giglio, S. Maria dell’Itria y San Michele
Arcangelo (en el 1371 posteriormente reconstruida). Otros
edificios religiosos son las iglesias de San Nicoló
La Latina (siglo XII), la iglesia de Santa Margherita (1342)
y la Catedral o Iglesia de Maria del S.S. Socorro mandada
construir por Giuditta, hija Ruggero I de Sicilia.
Son de visita obligada en Sciacca así como la zona
del Castillo de los Luna, de las cuales queda sólo
hoy una torre y las muralles externas así como el
barrio medieval de Terravecchia.
Las Termas de Selinuntine, famosas desde la época
griega, fueron reactivadas en el siglo XX y, gracias a sus
altas cualidades terapeúticas, son hoy una entre
las atracciones mayores de Sciacca.
Las estufas de San Calogero, sobre el homónimo monte,
son cavidades rocosas vaporiferas que han mostrado asentamientos
de edad prehistórica (Neolítico) y cuyos restos
se encuentran expuestos en el Antiquarium de M.Cronio. Las
grutas fueron abandonadas en la Edad de Bronce como consecuencia
del inicio de los fenómenos termales.
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