CAPRI
La perla del Golfo, su forma
asemeja a la de una mujer en estado de gestación tumbada
sobre el mar, es la más famosa entre las islas de la
Bahía de Nápoles.
A lo largo del tiempo ha fascinado a emperadores, directores
de cine, políticos, filósofos y gente común
por su belleza salvaje o por su “dolce vita” que
todavía hoy es posible respirar en el aire.
Deriva su nombre del latino “caprae”,animales
que aquí en un tiempo pastaban en gran numero.
Habitada desde la antigüedad por los griegos, Capri se
hizo famosa durante el Imperio Romano bajo Octaviano que,
llegado aquí en el 29 a.C., la quiso para sí
mismo quitándosela a Nápoles a cambio de Ischia.
También el emperador Tiberio se enamoró de la
isla llegando a mover la sede administrativa del Imperio a
Capri donde vivió durante diez años desde el
27 al 37 d.C.
La Edad Media transcurrió caracterizada por las frecuentes
invasiones de Sarracenos que fueron la causa de la consiguiente
construcción de las murallas y del castillo en defensa
de los habitantes.
La isla en consecuencia corrió el mismo destino histórico
de Nápoles pasando bajo el dominio de los Suevos, de
los Angevinos, de los Borbones hasta la fecha de la anexión
al Reino de Italia (1860).
Capri es el lugar ideal para hacer coincidir la visita cultural
con aspectos decididamente más prosaicos y mundanos.
La época griega nos ha legado las murallas poligonales
cercanas a la famosa Piazzetta y las Escaleras Fenice que
unen Anacapri y Marina Grande.
El período romano se puede admirar a través
de las espléndidas villas entre las cuales recordamos
Villa Jovis y Villa Damecuta.
Merecen ciertamente una atenta visita el Arco natural y la
Certosa de San Giacomo (siglo XIV).
Imposible olvidar la existencia de la Grotta Azzurra, “descubierta”
en el siglo XIX y lanzada a la fama a través de las
innumerables descripciones realizadas por artistas, poetas
y escritores que la han visitado.
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