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RÁVENA
(RAVENNA)
Rávena
fue construida utilizando una planta más o menos polígonal,
colocando en el centro la rectangular “Piazza del Popolo”,
la ciudad permanecerá encerrada en sus murallas durante
mucho tiempo, hoy de éstas sólo quedan algunos
retazos.
De origen umbro-etrusco (el nombre es casi seguramente etrusco),
a pesar de que una leyenda la considera fundada por los Tesalios.
Se encuentra situada sobre el mar, en una posición
muy favorable para el comercio y los negocios, y esto sin
contar con el fuerte control estratégico que de esto
se deriva.
Su historia es poco importante hasta los últimos años
del siglo III a.C, cuando la ciudad entra en la órbita
de Roma como “civitas foderata”, consiguiendo
en el 89 a.C. la ciudadanía romana, esta ascensión
a “municipio” le proporcionó un notable
aumento de importancia, especialmente cuando Augusto construye
allí el “puerto militar de Classe” destinado
a ser la principal base de la flota del Mediterráneo
Oriental. En los últimos siglos del Imperio crece en
importancia política hasta llegar a ser elegida como
nueva capital del Imperio de Occidente por Honorio obligado
a abandonar Milán como consecuencia de la fuerza de
las invasione visigodas (402). En el 476 fue conquistada por
Odacre que a su vez sostiene el largo asedio (490-493) de
Teodorico rindiéndose finalmente.
Como residencia de los reyes ostrogos la ciudad fue revestida,
en tiempos de Teodorico de estupendos edificios sacros y profanos.
Asediada y conquistada por Belisario al inicio de la guerra
entre ostrogodos y bizantinos (540), cuando los longobardos
invaden la península por iniciativa del emperador Mauricio
esta se convertirá en la capital de la Italia Bizantina,
residencia del jefe de las fuerzas militares y de la administración
civil imperial, el exarca; “patricius et exarchus Italiae”.
La presencia de una corte de tipo bizantino acrece el decoro,
el prestigio y la influencia de la ciudad, dándole
las condiciones idóneas para competir con Roma. Escapada
de numerosos tentativos de conquista por parte de los Longobardos,
Rávena será asediada en el 728 por el rey Liutprando
durante la invasion de la “Romagna”, siendo finalmente
sometida a éstos. La ciudad volvió poco a poco
a la obediencia bizantina (sufriendo otro asedio en el 734)
gracias a la intervención de Venecia y de acuerdos
entre el papado, el Imperio y los longobardos. La gran ofensiva
de Astolfo hace recaer Rávena y su exarcado en manos
de los Longobardos (751), pero estos a su vez serán
rápidamente expulsados por los Francos de Pipino, que
vencerán a Astolfo (754 y 756) incluyendo a Rávena
y su territorio en su larga donación al papa Estefano
II. Rávena contará así mismo con un Ordenamiento
Municipal, primero bajo el patronado episcopal, después
bajo las familias aspirantes a esta señoría,
entre las cuales, estarán los Traversari y los “Da
polenta”.que se afirmarán posteriormente. La
llegada de esta familia noble al gobierno de Rávena
inicia con Guido Minore en el 1275, coincidiendo con la formal
concesión de la Romagna al papa por parte del rey Rodolfo
de Habsburgo (1276) y con la aceptación de la progresiva
e imparable absorción de los recursos comerciales de
Rávena por Venecia que desde el 1410 se constituyó
virtual soberana de la ciudad. Después de sesenta años
de dominación veneciana, Rávena fue devuelta
al Estado Pontificio durante el papado de Julio II. Ocupada
por los franceses en el 1796, seguirá la suerte de
las repúblicas Cispadana y Cisalpina, pasando finalmente
al Reino de Italia.
A la caída de Napoleón, volvió al poder
papal que la conservó gracias al apoyo austriaco, desde
el 1815 al 1859. La anexión formal del territorio de
Rávena al Reino de Sardeña, fue consecuencia
de la insurrección del 13 de junio de 1859, siendo
ésta decretada el 18 de marzo de 1860.
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